Expone del 16 al 28 de febrero de 2007
en el Palacio de Congresos de Madrid |
La iluminación dimensional
geométrica de Francisca Blázquez

Francisca Blázquez indaga en los
prolegómenos de la trascendencia partiendo de un posicionamiento geométrico
avanzado. Su discurso es claro, dado que considera que el mundo está formado por
estructuras, sistemas y formas geométricas que nutren la infraestructura de todo
lo existente. Incluso se aventura a considerar que el universo es geométrico, en
el sentido trascendente y formal. Por lo tanto nos habla de la necesidad de
materializar el universo desde el punto de vista espiritual, pero, profundizando
en la esencia a partir de la forma. Es decir que no le interesa la estructura en
sí misma, a pesar de basarse en ella, sino que crea un universo lumínico en el
que todos los actores tienen su parte correspondiente de interactuación. De esta
manera las formas son símbolo, icono y alegoría, pero también la representación
externa de un orden interno en el que lo importante es la capacidad de
transmitir trascendencia.
Cuando miramos el mundo exterior lo hacemos desde el punto de vista interior y
exterior, a través de los dos hemisferios del cerebro humano. Dependiendo de
cual tengamos más desarrollado normalmente tendremos una visión racional o
sensible, calculadora y analítica o creativa y espiritual. De ahí que la teoría
del Dimensionalismo de la autora madrileña sea tan innovadora, porque une los
dos aspectos de la visión universal, que, en el fondo, se basan en la
profundización de la esencia, en instalarse en la dinámica de la propia
consecución de la persistencia del cambio continuo.
Existen diferentes realidades que están interactuando continuamente. El problema
es que si nos encontramos en una fase racional nos perdemos una gran parte de la
emoción, trascendente y espiritual. Pero, si concretamos nuestra actitud a
través de considerar los símbolos, formas geométricas de avanzada estética, que
corresponden a mundos inventados comprobamos como poseemos un punto de partida
básico a partir del cual meditar, ser uno en esencia y, en consecuencia, abrir
un canal de luz que nos permite entrar en los secretos desvelados de la
verdadera dimensión de la existencia.
En esta ocasión, coincidiendo con la exposición en el Palacio de Congresos de
Madrid, Sala Joan Miró, Paseo de la Castellana, 99, Metro Santiago Bernabeu,
Francisca Blázquez, (www.franciscablazquez.net), autora de sesenta individuales
y trescientas exposiciones colectivas en catorce países de tres continentes,
acentúa el poder esencial de la geometría, los aspectos de iluminación más
sagrados, indagando de forma espontánea y determinante en las diferentes
culturas, métodos, actitudes, ideas, conceptos y sistemas de creencias, dado que
es partidaria de la unidad en diversidad. Así, de esta forma, concede gran
importancia a los ángeles, a quienes representa de forma geométrica,
sintéticamente, pero sin que estos pierdan la tradicional acepción que de ellos
se tiene en determinadas culturas.
Sus ángeles son siderales, pero, esencialmente luz, espíritus de luz, puente de
unión entre el mundo místico y espiritual y el de los seres humanos.
Normalmente no se ven pero se les presiente, están ahí. De vez en cuando
constatamos su existencia a través de símbolos, ruidos, perfumes, aromas, leves
movimientos sutiles en un espacio que no es inventado pero posee magia. La
creación de Francisca es determinante en este sentido porque conecta con la
poesía angelical, con un susurro, como si los velos cayesen y mostrase la otra
gama de realidades existentes. También se interesa por el santo grial, los
signos masónicos, los símbolos geométricos que representan a Dios, pero no desde
el punto de vista histórico, sino reinventándolos, buscando la percepción del
alma, a través del corazón tierno para comunicarnos su verdadero valor.
A menudo nos perdemos en conversaciones que se desvanecen en el aire,
pensamientos que encierran en si mismos mucho maya desbocado, considerando
determinados aspectos de una intención de vida que se disfraza de energía
fogosa, pero que va hacia la nada más evidente, como si pretendiéramos
recrearnos en lo fluctuante de la virtualidad, para concretar la verdadera
existencia. Francisca ha superado esta actitud porque vive y trabaja
plásticamente en una onda totalmente espiritual. Su visión angelical le ayuda en
la vida cotidiana, pero también su método plástico concreto se basa en la
representación formal del interior del universo espiritual poblado de seres que
están relacionados con el hombre y la mujer y otros que poseen distintas
graduaciones en la escala según se encuentren más cerca o lejos de nosotros o a
la inversa.
La existencia de Francisca se concentra en la meditación, en ahondar en la
creencia mística en un mundo mejor, donde la rabia y el dolor han sido
desterrados, porque sabe lo importante que es materializar mental y
espiritualmente otra realidad posible, dado que la existencia está
convulsionada, ha perdido el norte, y no se sabe hacia donde va. La creadora
multidisciplinar madrileña, autora de más de 8.000 obras de diferentes
disciplinas, es consciente de que la realidad de su propia existencia es
sencilla y compleja a la vez. Su obra nos habla de muchas dimensiones, tanto
físicas o bien dimensiones espirituales, que no poseen ninguna connotación
material.
Existe la creencia de que podemos habitar en diferentes espacio-tiempos, porque
el tiempo cambia según el momento; asimismo las concentraciones energéticas de
diferentes acontecimientos marcan una impronta en el espacio común que nos
permite conectarnos con las mismas viviendo en un momento distinto.
Vivimos en un mundo de energías, por lo tanto estas se pueden materializar, es
decir que el pasado, presente y futuro ya están escritos, todo se repite, pero,
a la vez, todo es distinto, porque cada instante es único. De ahí que su obra
dimensional viaje constantemente, pero, sobre todo, sea coherente en su
investigación perceptiva de otros mundos, de realidades mágicas, de símbolos que
le son revelados por los dioses.
No hay otra verdad que la propia inherente a la formulación del cambio continuo.
El caos, el aparente caos no lo es, porque el caos es la consecuencia de la
existencia de la energía y materia interactuando, pero, también, de la
iluminación que todo lo existente conlleva. Es decir que el caos es iluminación
en sí misma y no elucubración mental.
No hay materia sin que exista su correspondiente iluminación espiritual. No hay
nada inerte, todo tiene vida más allá de lo biológico.
Hasta ahora existía una visión sesgada en Occidente de la realidad circundante,
especialmente desde los tiempos en que la ciencia y la verdadera fe iluminada se
distanciaron. Cuando la realidad es otra, porque todo tiene esencia y, asimismo,
es consecuencia de la rueda de la vida, en la que cada acción posee su
correspondiente reacción, siendo la explicación de la evidencia de la
traslación.
No existiría la materia sin la energía y esta es fundamental para conectarnos
con la esencia espiritual.
Todo cambia, se transforma, está en movimiento continuo, porque la energía
interactúa y se convierte en un referente válido y esencial.
Nos encontramos en la esencia vital, porque somos parte de ella, considerándonos
elementos espirituales, porque la luz de la iluminación forma parte de todos.
Sin iluminación no hay verdad completa, solo forma aparente y Francisca lo sabe
y por eso su obra es sagrada, porque sus formas son contemporáneas, pero sabias,
conllevando la presencia de millones de existencias y de lapsus de tiempo
diferentes que han coincidido y coinciden en diversos planetas y galaxias del
universo entero.
La planitud no existe, todo es multidimensional, incluso cada dimensión encierra
otras dimensiones, porque el error es considerar que las dimensiones
espirituales poseen carga material y formal. Se las puede representar formal y
plásticamente, pero su esencia, como la de los ángeles, arcángeles, querubines,
tronos, mensajeros iluminados, Dios, energía sutil, la iluminación de cada átomo
y molécula, es esencia pura que no se distingue, porque la pureza es el todo y
el uno. Así, de esta manera, la creadora madrileña, con obra en importantes
colecciones públicas y privadas de todo el mundo, se recrea en la fantástica
consideración de la existencia, basada en la catarsis espiritual que todo
llevamos en lo más profundo de nuestro ser. De ahí que su visión geométrica
futurista, basada en formas de gran complejidad, fantásticas y misteriosas a la
vez, sean la consecuencia de una actitud que viaja con todos nosotros. Porque
todos somos esencia celestial, iluminación espiritual, seres de luz que
navegamos en un mundo dual, para aprender a elevarnos. De ahí que el
Dimensionalismo sea la consecuencia de un mundo complejo espiritual en el que la
autora vive y en el que todos vivimos pero no sabemos distinguirlo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
