Inaugurada su pinacoteca en Barcelona

Francesc Subarroca, la dinámica formal y la expresividad

 

 

 

La obra pictórica de Francesc Subarroca se caracteriza por ser producto de las teorías que consolidaron a la vanguardia histórica de la primera mitad del siglo XX, pero también es el reflejo de un artista que posee una visión al margen de la oportunidad del momento, configurando una creación que trasciende con el paso del tiempo. 

Su saber hacer, su impronta clásica, pero arriesgada, su decidida voluntad a la hora de trabajar, de emplazar el color, de mezclar tonos, de utilizar el pincel, demuestran un gran conocimiento técnico, una formación clara y con profundidad, basada en la elaboración. 

Es un gran elaborador de composiciones, en las que se recrea, a pesar de que su manera de trabajar es rápida, posee, también, una actitud mucho más sosegada, que se configura en la forma con que aborda las diferentes zonas de la tela, definiendo perspectivas, construyendo el armazón. 

En su etapa expresionista indaga en las profundidades de los rostros, recreándose en las miradas de sus personajes, entrando en conexión con su interior, en el entramado del pensamiento, para conectar con las sensaciones, con las impresiones de los seres que plasma. Hablan sin hablar, porque están ahí, paseando, viviendo, contemplando, hilvanando un discurso vital, que es el suyo, pero que también actúa con el nuestro. El creador catalán los plasma con determinación, pero, a la vez, con naturalidad, manejándolos con sutileza porque son lo que son y sus circunstancias. No tienen doblez, no se encuentran en un mundo complejo, sino en el suburbial de la gran ciudad, que los a relegado a un segundo término, a una estancia específica, situada en lo más emblemático de su propia existencia. 

Gracias a la dinámica pictórica del autor catalán, nacido en Barcelona, formado artísticamente en la Ciudad Condal, con una pinacoteca que agrupa más de 3.000 piezas de todas sus disciplinas artísticas, su aproximación conceptual a la expresividad, le permite, después, conforme su obra evoluciona, ser coherente con el expresionismo, abrazando el cubismo, pero sin perder trazos de personalidad expresionista acentuados. 

Es un pintor que pinta el exterior, pero sin necesidad de hacer una radiografía del mismo. Es más, posee una decidida y firme voluntad en experimentar, para encontrar nuevos planteamientos, en los que el empleo del óleo en densidad, a base de múltiples pinceladas cortas, precisas y gestuales, se convierten en trazos cromáticos bien construidos en un entorno formal, dominado por el dibujo, pero sin pretender ejercer un liderazgo que dificulte su lectura. 

Sus formas son sutiles, bien elaboradas, construidas, en un conglomerado de otras formas, al lado de elementos descritos en su totalidad. 

Su dinámica formal se basa en el movimiento, en el cinetismo de lo elaborado, en captar el instante, pero alejándose de lo hierático. 

Mientras que su conexión con la expresividad se nutre de la fuerza de la determinación, basándose en captar los momentos de la propia vida, de circunstancias, personas y paisajes, que se encuentran en una dinámica diferente de las otras, casi en otra dimensión. Y ello es así porque indaga en diferentes mundos, intervinientes en una realidad compleja. 

  


Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 


 

 

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