Ruslán Galazov, personajes, bodegones, composiciones de un misterio sensible que invaden la melancolía

 

 

La serie pictórica presentada en el Centro Cultural Almirante Churruca por Ruslán Galasov del 2 al 28 de octubre de 2006 en Madrid exhibe la mirada melancólica, sutil, encuadrada en el horizonte, en el primer plano, porque observa desde la soledad de su alma al espectador. 


Sus personajes son estados de ánimo, viajan a través de las circunstancias, son estilizados, de rasgos sugerentes, atractivos, de firmeza probada, de gran elevación espiritual, formulando un gran discurso específico. 


Describe a sus personajes a través del vestido interior, relatando sus vidas con los paisajes de fondo. Unos paisajes que son el acompañamiento del alma sutil, de la propia efervescencia energética que la conforma, de la dialéctica de la indicación de los derroteros de la elipsis de la poética que les da coherencia.
Sus personajes son el resultado de la probada trascendencia de los espíritus que los animan. 


Muestra parejas jóvenes de enamorados, campesinos, mujeres que esperan, otras que miran, piensan, meditan en una gran incardinación de instantes. 


Se trata de personajes que parecen obtenidos de una novela del siglo XIX, otros son producto de la imaginación del artista, ataviados con trajes típicos, también los hay surgidos a partir de una fusión de conceptos tales como moda y tradición. 


Inventa personajes para encuadrarlos en ambientes campesinos, o bien posicionarlos en plena naturaleza. 
Domina el ambiente tranquilo, producto de la serenidad de los momentos, de los instantes que surgen de la propia idiosincrasia de los lugares que selecciona. 


Trabaja en acrílico sobre tabla y tela, confiriéndole al mismo acabados de óleo, tanto por su densidad matérica como también por la dinámica específica que obtiene en las mezclas, que exhibe con determinación. 
Huye de los cromatismos contundentes, buscando una sinfonía de notas coloristas que parece surgida de la propia enigmaticidad de la existencia.


Loa paleta de colores es grande y variada, pero predominan tonos sensuales y sugerentes, rosas, azules, verdes, marrones, blancos, rojizos y amarillos, que acarician a los personajes, que persisten y perviven en la formulación de su propia evidencia de tales seres. 


En determinadas ocasiones la pintura de Ruslán Galasov realiza un viaje a través del túnel del tiempo, de los instantes que le permiten ir más allá de la anécdota, porque sus composiciones parecen ser producto de un tiempo y, a la vez, presentar rastros de otros tiempos a partir de la incorporación a sus paisajes de los seres humanos que los pueblan o sus elementos. Todo ello exhibiendo una clara predisposición a hilvanar discursos paralelos, al margen del dictado de la hora.


Esta constatación también la encontramos en sus bodegones, que exhibe con mucha precisión, aglutinando específicamente ideas de contingencia espacio-temporal. Elementos que hacen referencia a estadios de la conciencia, otros que son producto claro de la vida cotidiana, pero la combinación de ambas genera una nueva apertura que nos conduce a la dinámica que nos conforma independientemente del tiempo que nos obliga.


Esta búsqueda de nuevos planteamientos, le conducen al inicio del principio del final. En ocasiones no sabemos si está situado al final de la historia, o esta acaba de comenzar..

  

 


Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 


 

 

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