Expone del 16 al 31 de
marzo en el Palacio de Congresos de Madrid
Roberto Dell’Acqua, el sentimiento
intenso de la visión vital
El creador italiano presenta del
16 al 31 de marzo en el Palacio de Congresos de Madrid pintura y escultura
dentro de un discurso barroco, en el que destaca la espectacular puesta en
escena y la expresividad cromática.
Roberto Dell’Acqua apuesta por la intensidad fauve, la expresividad alegórica
sensual y la creación de gran contenido autobiográfico y personal.
Su pintura es intensa, basada en la singularidad, potenciadora de la dinámica
del cambio continuo, aquel que se fundamenta en la transformación. Disfraza su
temática, arropándola de elementos y atrezzos, para darle un sentido más
profundo partiendo de la delimitación y control de sus desarrollos.
Abraza la dinámica de lo inusual a partir de seleccionar muy bien las ideas,
que, aunque son identificables, claramente literarias, poseen un punto de
misterio que surge de su sentimiento intenso de la vida.
Desdramatiza situaciones, mientras enaltece otras o les da una importancia
inusual, confiriéndoles una nueva actitud. De ahí que su obra se mueva dentro
del ámbito escenográfico, allí donde los actores se convierten en personajes de
una novela continua.
Trabaja en técnicas mixtas, tanto en escultura como en pintura, buscando la
parte material de la composición, aquella que le prepara el camino al escenario,
abriendo las puertas de par en par a nuevos mundos.
Crea fantasía a partir de la determinación de la evidencia, que se asienta en la
formulación de lo cotidiano, entroncado en lo ancestral, a veces en la
tradición, incluso con el sincretismo posmoderno.
Onírico, surreal, alegórico, viaja hacia los prolegómenos de lo esotérico, por
lo que tiene de ritual. Tanto su escultura pero también su pintura están
caracterizadas por una señal inequívoca exhuberante.
Es un creador de nuevas esencias a partir de lo mágico contenido en la
disposición de materiales, pero, también, en la idea que le motiva.
Es sensual, porque busca el éxtasis del elixir del amor, del sentimiento, de la
sensación sutil contenida en la apariencia, para ir más allá de las limitaciones
continuas.
Navega hacia la evidencia, se instituye como portador de la vida, en cada obra
que crea, como si fuera parte de una actitud que sufre una catarsis.
Navega por los prolegómenos, se extasía en los detalles, que le permitirán, a
posteriori, ir hacia lo insondable, pero, partiendo de lo cotidiano, porque la
historia está hecha de instantes y nosotros somos instante preciso que cambiamos
hacia un acontecer. Forjador de destinos, describe las características que
cambian la vida, hasta el punto de ir más allá de la anécdota, para convertirse
en parte de la novela.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte