JOSÉ MORELLÓN, UNIDAD DIVERSA

    

El artista aragonés José Morellón, aborda una gran multiplicidad de temáticas que oscilan del dibujo a la pintura, de la obra geométrica a la naturaleza muerta, pasando por la deconstrucción de raíz cubista, la creación con planteamientos abstractos o las alusiones a la tauromaquia, bien sea a nivel figurativo o con planteamientos rayanos a la abstracción. 

  
Curioso innato, amante de lo singular en el sentido de bucear a través de mundos interiores imaginados, investigador del paisaje, en sus diversos planteamientos, bucea, indaga, se surte de las penetrantes perspectivas, de los interiores con personajes a nivel tradicional, o mostrados en situaciones próximas al costumbrismo, pero sin resaltar excesivamente los detalles, conservando la plasticidad del dibujo.

    
En líneas generales su creación pictórica se basa en el movimiento, en el cientismo, en la forma de perfilar la dialéctica del color sublime en línea con composiciones estructurales, en las que hay una tendencia a lo concéntrico, a lo subliminal matérico, entendiendo a lo concreto como específico pero sujeto a la transformación permanente.

     
Su investigación pictórica nos aproxima a la estética de las primeras vanguardias del siglo XX, adaptando algunos de sus conceptos estéticos a una realidad más actual. También es verdad que siempre existe una misma unidad de acción a nivel formal, aunque las obras sean completamente distintas. En este sentido José Morellón emplea tanto pincel como espátula apostando por la pintura pura, especialmente a partir de 'Paisajes Interiores Mediterráneos', en la que el dibujo pierde influencia a favor del color. 

     
Se trata de una serie especial, que exhibe tres líneas fundamentales en sus escasas 32 obras sobre papel, una elaborada con acrílico con ceras, otra línea que exhibe obras efectuadas con lápiz graso y, finalmente, una tercera línea, realizada en óleo. El alma serena de un artista sometido a las evocaciones de los efluvios se constata de forma convencional y consecuente. 

    
La serenidad se instala en su composición, introduciéndose en los vericuetos del alma dormida, haciéndola despertar del ensueño. Pinta con delicadeza, pero su obra no es floja, sino que posee ritmo, como si estuviera acompañada de música, también de los sueños simbólicos, de nubes, gestos que alargan casas, barcas, paisajes y ciudades, poblaciones que parecen segmentos de una misma trama cromática.   

   
Aunque pinta de forma cromática, el dibujo es un elemento inseparable, pero dentro de la base de la obra, sin que destaque de forma manifiesta.
Su punto de mira descansa en una determinada esfericidad de lo representado, además de formular planteamientos en horizontal, huyendo de los formatos verticales que son más agresivos y de las composiciones tradicionales en el sentido más convencional del término.

      
En obras anteriores el pintor aragonés se ha interesado por la dicotomía figuración-abstracción, por los planteamientos más elementales de lo perfilado para socavar informaciones más directas y precisas en el fundamento de la inmaterialidad. 

       
Hace de lo matérico, inmaterial y de lo evanescente, materia, aunque suspendida en un discurso cromático de colores amables pero contrastados, incluso inarmónicos, pero dotados de una gran capacidad de equilibrio.

 

 

  

 

Joan Lluís Montané. 

De la Asociación Internacional de Críticos de Arte

 

 

 

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