Expone del 5 al 15 de marzo de
2009 en Casa do Brasil de Madrid, Avenida Arco de la Victoria, s/n.
La mecánica, lo cotidiano, la
nueva generación y la geometría en la obra de Gerard Valls
La mecánica de la vida, lo
cotidiano nos afectan de manera continua, hasta el punto de provocarnos caer en
lo rutinario, es decir en el desánimo por no ofrecer una visión global avanzada.
Se trata de ir más allá de la anécdota pero más acá de los límites. En realidad
no hay limitaciones, solo exigencias que no son satisfechas y, por lo tanto, en
consecuencia, hay una voluntad de ir contra lo que es normal si se aleja del
patrón social establecido.
La sociedad de consumo nos nutre de productos, unos más positivos y de mejor
calidad que otros.

En realidad, todo es parte de un mismo método y de una misma evidencia. No hay
otra verdad que la que se constata a nivel íntimo.
La obra de Gerard Valls se estructura en series temáticas. En esta ocasión
profundiza en la sociedad de consumo, la mecanización, los objetos, los seres
humanos-máquina, atrapados en su laberinto.
El universo que se puede constatar posee un ancho superior a 7.000 millones de
años luz. El planeta más próximo a nosotros es Venus, encontrándose a 40
millones de kilómetros. Próxima Centauri, la estrella más cercana, se encuentra
alrededor de un millón de veces más lejos. Mientras que la galaxia más próxima,
Andrómeda, se halla nada menos que 600.000 veces más alejada que Próxima
Centauri.
La progresión en el cosmos se vale de tecnología, mecánica, cálculo,
matemáticas, astrología, astronomía, física, química y ciencia.
La ciencia es la repetición experimental y mecánica de un suceso demostrado
determinadas veces. Lo mecánico gobierna el mundo porque ahorra tiempo y dinero,
esfuerzo y dedicación. Pero los hombres-máquina de Gerard son mecánicos porque
han caído en el desapego, en lo monótono, en un pozo sin fondo de la sociedad de
consumo.
Un consumismo que les ha vuelto insensibles y rutinarios. En el espacio
interestelar tan solo se contabilizan aproximadamente cinco partículas por
centímetro cúbico. En el espacio interestelar las bacterias pueden vivir. El
espacio está casi vacío, pero, a la vez, posee, innumerables galaxias.
Según Fermi calculó nuestra galaxia, la Vía Láctea, posee alrededor de 400.000
millones de estrellas, de las que la mitad pueden tener planetas, de los que
programó que una parte se encontrarán a una razonable distancia de su sol. En
consecuencia, si la tierra, planeta medio en el que nació la vida, lo mismo
debería de haber pasado en miles o millones de planetas de la Vía Láctea. ¿Por
qué no se han dado hasta ahora contactos entre las gentes de los distintos
planetas? Esta es la paradoja de Fermi.
El creador catalán, pintor y joyero, podría responder perfectamente a esta
cuestión, especialmente en lo que se refiere a la tierra.
Si estamos viviendo encerrados en un marasmo de consumo y producción, no tenemos
tiempo de mirar a la estrellas y al firmamento.
Nos encerramos con nuestros objetos, productos, coches, elementos en
habitáculos, casas y chalets de espaldas a la naturaleza.
Surgen los seres humanos máquina, desplazados, al margen del progreso natural,
de la verdadera esencia que los motive hacia un cambio positivo. Por eso el
espacio sigue estando huérfano de contactos entre los distintos seres, porque
todos vivimos en habitáculos cerrados problemas que nos inventamos y que no nos
permiten conectar con la otra realidad.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)