Del 5 al 15 de marzo de 2009 en
Casa do Brasil de Madrid, exposición de pintura del creador catalán
Gerard Valls, máquinas, seres
objeto, existencia de metal, miramos la luna y vemos el monte
La
poética de Gerard Valls, máquinas, seres pensantes con un objeto o múltiples
utensilios en la mano, alma de metal, luna de cristal, vemos el monte de la
sociedad de consumo como se alza frente a nuestros ojos.
Poesía de la transformación
continua, robots con carne, biología expresiva, mass media, dinamismo,
efusividad, fuerza en el paladar del ojo derecho de la afirmación de la ventana
de policarbonato sódico.
Partimos de la esencia, somos partes de un todo que se reinventa cada día. Un
todo que incluye objetos, elementos, robots, máquinas, objetos, utensilios,
símbolos, yo, tu, él, nosotros, vosotros, ellos, el uno, la gran unidad.
Lo universal de la sociedad de consumo es el culto al objeto, ligado íntimamente
en el sujeto.
Imperdible, joya, etnia, pirsin, expresividad cromática, rostro que mira hacia
las profundidades del alma dormida de los pueblos que avanzan como fantomas en
la oscuridad de las noches de la gran ciudad.
Somos carne, papel, uñas, fórmulas químicas que carburan a todo gas, en la
autopista de la verdad, en el frenesí de lo ambiguo, en lo dual del día, cuando
el sol aparece, la luna se marcha y las estrellas hibernan.
Somos el resultado de altos presagios que, a veces, se cumplen, con la
formulación de los deseos más íntimos.
Estamos en el paradigma de los deseos, en la formulación de lo obvio contenido
en la gran masa del cerebro.
Cerebro, fortuna, escarceos, el amor en la locura, el objeto, sujeto, amor
escondido, es nuestro amante secreto.
Ironía, fino humor, secreto del objeto, símbolo, altar, enaltecimiento de lo
determinante en lo expresivo apremiante.
Lo paradigmático es la formulación de lo letal en la determinación del invierno
sideral. Un invierno que avanza con las piezas de las máquinas, con los
utensilios que se escurren entre nuestros dedos, como si fueran partes de un
ceremonial sagrado que nutre las neuronas engrasando la verdadera faz de la
tierra del nos.
Hemos extraviado la fuerza de los suspiros en el retiro espiritual de los
anhelos contenidos en los mecanismos que nos acompañan con evidente
determinación.
Somos alma, corazón, vida, existencia, robots de uno, máquinas del ayer,
tecnología del mañana.
Nos hemos quedado en el ascensor, mirando el paisaje, mientras los objetos
conducen coches, miran la televisión, producen en cadena y se van de vacaciones…
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)