Juan Antonio Segovia y Páez, la
abstracción y el tachismo
La dinámica abstracta de Juan Antonio Segovia y Páez se fundamenta en la propia
constatación de la mancha cromática, que ultrapasa los límites del fondo de la
obra, de ahí que, en ocasiones, esta sea la protagonista, desprovista del mismo.
Indaga en el poder evocador de la cromaticidad, entendida como evidencia,
concentrándose en representar conformaciones asimétricas que poseen sesgos y
movimiento, dentro de un planteamiento plástico en el que prevalece la densidad,
pero, en línea con determinados parámetros de control y serena evidenciación.
Todo ello presentando manchas en espacios en blanco, resaltando el poder
evocador de las mismas, porque se convierte en la mancha por la mancha, discurso
claramente tachista.
La voluntad específica de su estructuración cromática se asienta en la propia
formulación de la densidad, que no es voluntad final de concreción, sino
producto de la propia esencia de la materia. Es decir que la materia es densa,
pero, a la vez, sutil, de ahí que, en determinadas obras, el creador malagueño,
afincado en Canarias, profundice en la prodigalidad de la presencia densa y en
otras fomente la delicuescencia pero manteniendo la fuerza contrastada en la
mancha cromática. Una mancha cromática basada en la fuerza expresiva de los
colores empleados, en los que predominan los tonos oscuros y la sobriedad
general.
También incide en la configuración de su discurso de la serie abstracta la
presencia de signos, sesgos, referencias no descriptivas determinadas,
formulaciones más o menos específicas que son alusiones, pero sin remarcar,
porque busca, en primer lugar, el contraste; mientras que, en segundo término,
se interesa por la voluntad de la determinación. El resultado es una obra densa,
sutil, insinuante, marcada por el contraste, por la evidenciación de lo material
concreto, que, luego se transforma en discurso plástico donde la no forma
permite la representación del mundo de los sentidos con total libertad.
Posee otras series, domo la dedicada a Jesucristo, que destaca por su
expresividad, además de por el empleo de materiales contrastados y diversos,
como el cartón, barro, papel o los propios de la disciplina de la pintura.
Jesucristo como protagonista, alegoría poética que remarca el dolor, la
injusticia, la falta de armonía en el mundo.
El Cristo es el exponente del sufrimiento, de la dificultad de la existencia y
como tal lo señala, potenciando su imagen de dolor o de pena.
Un Cristo ensimismado en su mundo espiritual que también es el nuestro, en el
que concreta su voluntad expresionista con su facilidad por el contraste
matérico. Se trata de una serie con relieve, que está incluida dentro de la
esculto-pintura, con predominio del collage.
En otro orden de cosas, en la actualidad, está interesado en profundizar en la
física cuántica, desarrollando a nivel de ideas el tema de las partículas
subatómicas y su posicionamiento.
Aunque posee obras individuales, es decir que comienzan y acaban en sí mismas,
asimismo experimenta en series temáticas, las cuales no siguen de manera
específica un discurso unificador, sino que prueba diferentes caminos,
permitiéndose un trabajo de investigación de las diferentes ideas que giran en
torno a la ciencia, espiritualidad y lo plástico.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
(AICA)