Luchador incansable por la democracia y los derechos humanos

 

 


JUAN GENOVÉS, 'LA ESCULTURA 'EL ABRAZO', EMPLAZADA EN MADRID, SIMBOLIZA LA MEMORIA HISTÓRICA'

 

 

   

Entrevistamos a Juan Genovés, pintor, pero, ante todo, un hombre de su tiempo, luchador incansable por la democracia desde la perspectiva de las izquierdas, dotado de la coherencia necesaria. Autor de la obra pictórica 'Amnistía' que se convertirá en el cartel más popular de finales de la dictadura y la transición a la democracia, con más de 500.000 unidades vendidas, que luego se transforma en la escultura 'El Abrazo', que constituye un auténtico homenaje a los abogados laboralistas muertos en Atocha por la ultraderecha y una alegoría de la unidad de acción y un canto a favor de la paz universal.

           

 

    

-La escultura titulada 'El Abrazo', recién inaugurada en Antón Martín, en Madrid, procede, en realidad, de una pintura suya titulada 'Amnistía'. Cuéntenos un poco la historia.
-En efecto. En mi estudio de la provincia de Madrid en época de la dictadura se reunió la Junta Democrática en la clandestinidad. Me acuerdo de que, en el transcurso de la misma, me encontraba en la ventana vigilando por si se acercaban los 'grises'. Entre otras cosas la Junta Democrática acordó que se hiciera un cartel para pedir la Amnistía para los presos políticos. Eran los últimos coletazos de la dictadura, recién muerto Franco y con el gobierno de Arias Navarro vigente. En aquel momento tenía en mi estudio obra para una exposición en la Marlborough de Zurich, que luego se expondría en la Marlborough de Nueva York. Un compañero de la reunión, que era de la dirección del Partido Comunista de España, viendo la obra para la exposición me comentó que había una que podría convertirse en cartel dada la premura de tiempo que había. Se trataba de una obra que yo le llamaba 'El abrazo'. Finalmente se hizo el cartel a partir de dicha pintura y el cuadro original finalmente se vendió en Nueva York, comprándolo un coleccionista de Chicago. Con la llegada del gobierno de Adolfo Suárez se plantea el retorno de dicha obra a nuestro país por su significado político. Al coleccionista de Chicago se le cambió la obra por otra mía. Al llegar a España 'La Amnistía' se ubica en el Museo Español de Arte Contemporáneo en Madrid. 

   
-¿Pero... la obra desaparece del Museo, no es así?
-Sí, mejor dicho, la esconden, por orden de gente de derechas. Trabajadores de CC.OO. del Museo constatan que dicha obra entró en el Museo y se ordenó su búsqueda hasta que se encontró. Estaba metida en una caja, que, a su a vez, estaba dentro de otra caja, en un almacén, tirada en el suelo. Al final se expone oficialmente en el Museo hasta que sus fondos se trasladan al Reina Sofía, donde vuelve a desaparecer. Creo que fue más bien una cuestión política: borrón y cuenta nueva, para olvidar los rencores contra quienes se levantaron en contra de la República legalmente constituida e implantaron una dictadura de más de cuarenta años. Era la época del gobierno de Felipe González.


-Lo que está claro es que la pintura en cuestión se convierte en un símbolo para toda España y no puede estar en un almacén como si fuera un objeto más...
-En efecto. Pero, años antes, cuando se hicieron los primeros carteles del cuadro, en plena época Arias Navarro, hubo una denuncia y pasé ocho días en la Puerta del Sol. Me acuerdo cuando los 'grises' entraron pistola en mano en mi estudio, yo ya era artista de la Marlborough, además de los ejemplares del cartel también había dinero en efectivo, producto de las ventas de la galería norteamericana de mis cuadros y dijeron lo consabido: 'este dinero procede del oro de Moscú'. Ya en la cárcel me confundieron con el pintor del siglo XV, Veronés, hasta que un comisario dio en el clavo y me identificó como Genovés, comentando 'usted es un pintor muy famoso'. Pero volviendo a la época del Gobierno de Felipe González, muchas delegaciones extranjeras de visita a nuestro país querían ver la obra que se había convertido en un símbolo internacional. Iban al Reina Sofía, sacábamos la obra del almacén, la colgábamos y luego de vuelta al depósito del Reina. Yo jamás dije nada al respecto, pero este símbolo de las fuerzas políticas de la izquierda de este país no podía tener un final tan poco decoroso. Hasta que una importante delegación japonesa preguntó extrañada por su destino, la prensa se hizo eco, hubo muchas presiones políticas y el cuadro se colgó, de nuevo, de forma permanente en el Reina Sofía, en el espacio dedicado a la Colección Permanente. Pero, personalmente, siempre me gustó que su espíritu estuviera en la calle y de la obra 'Amnistía' a la escultura 'El abrazo' en Antón Martín, hoy. 
    

    
-¿Cuál es el proceso de conversión de la pintura en la escultura?
-Primero boceto en cera la obra pictórica de 'El Abrazo'. Hago una parte abstracta y otra totalmente descriptiva. Repito varias veces su parte emblemática. Del boceto a escala en cera en València llevo a cabo el boceto a tamaño real también en cera. Luego, finalmente, transporto la escultura a fundición y obtengo la obra en bronce. El Ayuntamiento de Madrid de Alvarez del Manzano dijo sí y hoy la escultura está en Antón Martín. En su emplazamiento influyó la posición mantenida por la oposición y la actitud de CC.OO.

    
-Pero antes ocurrió la matanza de los abogados laboralistas, obra de la ultraderecha en Atocha...
-En el despacho de los abogados estaba colgado el cartel de 'Amnistía' en la pared. Durante el asesinato se manchó de sangre y, a partir de este suceso, se hizo una tirada mayor del cartel y popularmente pasó de llamarse 'Amnistía' a 'El Abrazo'. Está claro que la escultura 'El abrazo' se ha convertido en parte inherente de la memoria colectiva del pueblo español. Antes de su inauguración, en una de esas visitas que realicé a su emplazamiento, unos empleados de una caja de ahorros próxima me dijeron que ellos se encargarían de vigilar y evitar que las pintadas de los grafittis ensucien la base de la estructura de la escultura. Hasta ahora no hay ninguna pintada. 

      

    
-¿Cuál ha sido su colaboración con la Plataforma 'Cultura Contra la Guerra' en relación a la guerra de Irak?
-De la obra que presenté delante del Reina Sofía les he ofrecido que se haga una serigrafía con una tirada de 100 unidades. Asimismo, se decidió que se llevara a cabo una itinerante de la exposición por toda España (Catalunya, Gijón, Sevilla y otras localidades). 

   
  


'Si fabricamos artefactos para pensar hay que readecuarlos hacia el terreno de la paz'

 

 

-¿Se trata de una apuesta del arte por la paz?
-Está claro que sí. La guerra en Irak nunca se acabará. Irak es un país ocupado, cuando es un pueblo con una cultura milenaria que puede perfectamente decidir por sí mismo. Desastre y locura en Irak. Estuve en el país antes de la guerra, y debido a las condiciones prebélicas, su pueblo se había empobrecido. Es un país extenso, pero la miseria parece invadirlo todo. Y, ahora, además, el caos, la pobreza extrema y la falta de libertad. Es un retroceso total. 
 

     
-¿A qué nivel se encuentra su compromiso con la cultura y la política?
-La gente de la cultura nos encontramos ante un régimen de bestialidad. La derecha se dedica a insultar, a decir lo que le da la gana. La nueva derecha se ha quitado la máscara y se ha mostrado tal cual es.

      


-¿Dentro de este contexto político como ve la colaboración del arte contemporáneo y de la pintura en particular?
-El compromiso de un pintor lo tiene a pesar de él. Mi compromiso es el de siempre. Somos una parte minúscula del pensamiento. Si fabricamos artefactos para pensar hay que dirigirlos hacia el terreno de la paz y de los derechos humanos.


   


'Se debería de publicar el libro de la resistencia de los artistas contra Franco'

 


-En la historia de la lucha contra la dictadura los artistas plásticos han desempeñado un importante papel, aunque ello no ha sido reflejado en las crónicas ni tampoco en los libros de la transición. ¿Por qué?
-En efecto. La primera reunión a nivel estatal de artistas plásticos que se hizo en nuestro país se llevó a cabo en mi estudio de la provincia de Madrid en 1967. Era la época en que en Bellas Artes nos agrupábamos para analizar problemas del momento más de 600 artistas. El papel de los creadores plásticos contra la dictadura ha sido primordial. Hubo un famoso encierro en el Museo del Prado, donde 80 artistas durante tres horas protestamos contra la dictadura. La policía entró y nos sacó a rastras. Soy uno de los fundadores de VEGAG y considero que los artistas deben luchar por sus intereses para ser tomados en consideración. En mi caso, yo fiché por la Galería Marlborough en Nueva York en 1966 y, al mismo tiempo, pintaba murales en las calles y barrios obreros. Es fundamental que se publique el libro de la resistencia de los plásticos contra la dictadura de Franco.         

    
 


'Me planteé dejar la pintura y me puse a hacer joyería de influencia pop'

    


-Hubo un momento en su carrera de pintor que se planteó dejar la pintura. ¿Cuéntenos cómo fue?
-Formé el Grupo Ondo, momento en que la nueva figuración y Francis Bacon irrumpen en el panorama artístico europeo e internacional. Juana Mordó fichó a algunos miembros del grupo Ondo y luego no hizo nada. Luchábamos no sólo contra la dictadura, sino que también teníamos en contra a Juana Mordó, los informalistas y el Grupo El Paso, en el sentido de la competencia. Debido a la acción de Juana el Grupo Ondo desapareció y yo estuve un año y medio al margen de la pintura desengañado de todo y me puse a hacer joyería. Tenía a un representante que me iba vendiendo a nivel nacional y presenté una colección de 40 joyas en la Feria de Nueva York. Era un tipo de joyería de características icónicas, muy pop-art, altamente irónica. 
Poco a poco fui recuperándome y me planteé hacer una pintura totalmente política, oscura, negra, absolutamente libre y sin condicionamientos, siempre con el ser humano como elemento identificador, presentado solo o en multitud. Un amigo mío que ocupaba un cargo importante en la Dirección General de Bellas Artes me propuso hacer una gran exposición pictórica de mi nueva obra en 1965. El texto de la muestra lo escribió Vicente Aguilera Cerni y el catálogo se agotó a los tres días de exposición. Eran los tiempos de Fraga y una obra mía se reprodujo en primera página de ABC. Tuvo una repercusión enorme e incluso gente del régimen me compro obra. Con este éxito en España, aunque mi amigo fue despedido de su cargo y yo no las tenia todas conmigo porque pensaba que acabaría en la cárcel, fui seleccionado para la Bienal de Venecia del 1966. 

       
-Su obra constata la existencia del ser humano ante la soledad, grandes espacios, visto desde ángulos y perspectivas muy distintas, dentro de una lectura urbana, donde la prisa, la masificación y la opresión mandan. El individuo ante el compromiso de hoy y la lucha de siempre. ¿Por qué?.
-El artista es, en cierto sentido, notario de la realidad. Si pintamos entramos en el mundo del mirar, de la imagen. Es el mundo de la mirada. Mirando se piensa. La mirada es un arma. Hay que perfeccionar la mirada para entender cada vez mejor las cosas.

 

 

 

'La mirada de Velázquez es burguesa, mientras que la mía recupera al espectador' 

 

-Su pintura recupera el protagonismo del espectador. ¿Hasta qué punto...?
-En la pintura tradicional el espectador es pequeñito y el artista es muy grande. Por ejemplo, en el caso de 'Las Meninas' de Velázquez, éste es enorme y el espectador insignificante. Es una mirada burguesa. En mi obra el espectador se convierte en el auténtico protagonista. Recupero el auténtico diálogo entre espectador y obra. Cada espectador es un representante genuino de la sociedad en la que vivimos. El que hace la obra es el espectador. Por este motivo he dicho que no se pusiera placa alguna en mi escultura 'El Abrazo'. El tiempo y la acción del ciudadano serán los que impondrán su ley.

 

 

-Por su vitalidad y actitud está claro que la pintura no ha muerto...
-La pintura es un muerto que goza de muy buena salud. Vengo de la Feria de Basilea, donde se está constatado un renacer la pintura, al igual que en Arco y en otras ferias importantes. 



-Le concedieron el premio de la crítica en la Bienal de Venecia de 1966 y después fichó por la Galería Marlborough. Fue un año de cambios profundos en su trayectoria...
-Expuse en la Bienal de Venecia de 1966 seleccionado con 10 obras, me colocaron en un rincón, para dar imagen de una España moderna que no existía. El comisario González Robles estaba aterrado porque tuve un éxito descomunal y me dieron el Premio de la Crítica. Los críticos y periodistas italianos le preguntaron al comisario que por qué no estaba yo mejor representado. Les contestó, olvidándose de que yo estaba muy cerca y les estaba oyendo, que 'era muy vago y era lo único que había traído'. Le repliqué acto seguido de que 'en mi estudio tengo más de 50 pinturas'. En el momento en que me daban el Premio de la Crítica el Embajador de España se marchó del acto. Me dejaron sólo. Luego fiché por la Galería Marlborough en la que sigo estando en la actualidad.


-¿Qué opinión le merece el coleccionismo de arte contemporáneo en nuestro país?
-Los coleccionistas de arte en España aún son pequeños. Los cuarenta años de dictadura franquista han hecho mucho daño al arte. Francia y Alemania, a pesar de ser países que combatieron directamente en la Segunda Guerra Mundial se recuperaron con rapidez gracias a que estuvieron integrados en la sociedad de naciones. En la época de Felipe González hubo un cambio positivo. 


-¿Y qué papel juegan las galerías españolas en el contexto del mercado del arte internacional?
-El mercado del arte internacional está dominado por las galerías norteamericanas, japonesas, francesas y alemanas, entre otras. Debemos abandonar el concepto de mirarnos el ombligo y ser verdaderamente poderosos y movernos a nivel mundial. La dictadura también influyó en este tema. Se trata de tener una mentalidad realmente flexible y abierta, con unas miras cosmopolitas. El otro día estuve leyendo varias revistas de los tiempos de la II República y se ve claramente que, a nivel de apertura de miras, forma de pensar de los ciudadanos, aún no hemos llegado a esos años. La dictadura nos ha atrasado más de cuarenta años y nuestra democracia es incipiente. En toda Europa no existen tantos programas de tele basura como en el nuestro. Es un índice del momento 'cultural' que vivimos.

 


Todavía existen las dos Españas: La de derechas y la de la libertad

 


-¿Qué libro está leyendo?
-'Los Episodios Nacionales', de Benito Pérez Galdós. Nos olvidamos de las cosas importantes. Hay que recuperar la memoria histórica. Los problemas que cuenta Galdós del siglo XIX son los de ahora. Ahora también existen las dos Españas: la España de derechas y la auténtica España de la libertad y la democracia. Con Aznar hemos vuelto al siglo XIX.

 


-¿A qué nivel se encuentra el cine contemporáneo?
-En líneas generales se está haciendo un cine excesivamente comercial. Domina el cine americano, cuando en Europa tenemos cineastas de gran calidad. Aunque el momento actual no es el de Jean Luc Godard, François Trufautt y Luis Buñuel, entre otros. Estamos inmersos en un cine absolutamente naïf. 


-¿Goza de buena salud el arte, hoy?
-Al arte le pasa un poco como al cine. Está tan pegado al dinero que se está creando una especie de burbuja que cada vez lo aisla más de la gente. Está claro que debemos cambiar nuestro comportamiento. Uno de los países en los que me siento más realizado como artista es Francia, y, concretamente, París, ciudad en la que durante la inauguración, tarde y noche, acuden personas que preguntan al artista por su obra, interesándose por sus procedimientos técnicos y sus ideas. La cultura francesa es profunda y su grado de conocimiento artístico admirable. En nuestro país es un desastre. En las inauguraciones la gente habla de sus cosas a espalda de los cuadros del artista, sin saludarle en algunos casos, sin interesarse por su nueva obra en otros. Es un auténtico paripé. A veces pienso que si el artista decide marcharse en plena inauguración su ausencia no se notaría. 

 


Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte



     

 

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