Exposición en el Casino de Marbella (marzo-2005)

 

Francisca Blázquez, planeta Venus y la belleza

 

Busca la belleza como fin en sí mismo, como fuente de todo conocimiento, a través de formas, colores, teorías y composiciones. No le interesa 'epater a les bourgeois', porque el fin último de la obra de arte es compromiso con uno mismo y esa actitud era propia del siglo pasado, como reacción o arma arrojadiza. 


Ahora, la visión de las cosas desde el punto de vista del arte actual es universalista y, por lo tanto, obedece a otros cánones. El compromiso de la autora del Dimensionalismo, es encontrar la armonía entre la belleza formal interna y externa, la utilización del color con fuerza, empleando colores contrastados, rojos intensos, con verdes sugerentes, amarillos insinuantes y el azul como atisbo del esplendor, cual amanecer que despunta por doquier. El negro y el blanco se alternan con el rojo en la mayor parte de sus fondos. 
Emplea el negro cuando busca la exaltación de la propia belleza formal, pretendiendo mayor énfasis compositivo y un contraste más avanzado. El color blanco se muestra en su producción pictórica más evanescente y espiritual, cuando la composición demanda un equilibrio entre el interior y el exterior, la simetría y la armonía de su propio yo con el cosmos. Hay un factor de relevancia, existe una discontinuidad en la dinámica formal, pero, luego, esta aparente disfunción, se auto rectifica, y todo está en su sitio. No hay agresividad, sino una predisposición a apuntalar el color en el contraste general de las formas, en la fuerza expresiva que emana de la propia evidencia de la esencialidad. Se trata de encontrar la belleza interior de las cosas a partir del color, de la intensidad cromática, mediante la conquista del planeta Venus, la representación del planeta del amor y la belleza. 


Su disposición geométrica no es matemática, no procede de cálculos milimétricos, tampoco de deseos o vaguedades especificas, sino de su propia disposición que es determinante. 


La belleza no es clásica, el arte es estética pero también belleza. No son conceptos iguales ni tampoco equivalentes, pero una de las mayores aportaciones de la artista española es que ha conseguido actualizar el concepto de la belleza, que no tiene por qué renunciar a los cánones griegos o romanos y tampoco va más allá de los orientales. 


Su producción pictórica se basa en la destreza, en la formulación de deseos ardientes encaminados a hallar la esencialidad de la armonía, el culto a las proporciones, pero no a la manera habitual, de ahí que combine perfectamente formas circulares, con circunferencias, cuadrados, rectángulos, rombos prismas, asimetrías formales, dentro de un equilibrio, buscando con el color asentar zonas que no poseen por sí mismas la propia consideración de elementales, sino que son estructuras bien ponderadas. 


La dimensionalidad de la belleza de Francisca Blázquez, treinta individuales, más de 300 colectivas, con obra en colecciones importantes de más de una docena de países, radica en su presencia constante en la búsqueda del equilibrio de la intensidad cromática, con la parafernalia formal, dentro de una yuxtaposición de proposiciones en la que predomina, finalmente, la idea de la más serena y absoluta identificación con Venus, la diosa del amor, sinónimo o camino que conduce a la belleza, sea esta asimétrica o no. 


No hay porque caer en la descripción, tampoco en los postulados históricos, ni rupturistas. A veces, de tanto rupturismo, nos convertimos en clásicos, porque lo único que estamos haciendo es querer no ver la realidad, pero ahondamos en ella. Mientras que la búsqueda de la auténtica belleza no es una actitud actual ni clásica, sino una cuestión personal, que emana de uno mismo, y, que, en el caso de Francisca Blázquez es el producto resultante de su esencia interior.


Auténtica diosa de la belleza halla en la belleza la propia explicación de su arte, basado en una actitud de gran evidencia equilibrada y que se muestra con clara armonía fundamental. La belleza es la propia vida en sí misma. Belleza es Francisca Blázquez, porque como artista multidisciplinar, indaga en los secretos del corazón, en las fronteras de las diferentes artes con devoción, pero con el norte muy claro, con la fuerza de la determinación, empleando los sentimientos y también el alma, que es tan grande como los universos más infinitos. De esta manera alma, belleza, amor y Venus se unen, a partir de la geometría en el espacio, allí donde las dimensiones no son las de aquí. 

 

 

 

Joan Lluís Montané


De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 

 

 

 

 

 

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